AULA 64 del 25 de marzo de 2019
Ponente: Pablo de Bergia
...Por Kurt Schleicher
Como es habitual, Vicente nos puso en conocimiento de las
futuras Aula´s 64: 29 de abril: Emilio Aparicio y el 27 de Mayo, Jose Ramón
Recuero. Es altamente probable que resulten ser unas conferencias divinas, pues
Emilio nos hablará de Dios y José Ramón no lo sabemos, pero como es el autor
del Libro “La cuestión de Dios” entre otros muchos, a lo mejor continuamos la
racha celestial.
Mencionar también
que por primera vez se nos une Manolo Limones, que ha venido desde Málaga
reforzado por su hermano para asistir a una de nuestras Aulas. ¡Bienvenido!
Vicente nos hizo
una breve introducción de Pablo, con el que le une una gran amistad desde los
tiempos del baloncesto. Nos contó la anécdota que ya viene reflejada en el blog
del famoso partido entre Estudiantes y Real Madrid, en el que la “cla” de los
estudiantiles recibieron con algún que otro pito a Vicente por irse al Real
Madrid y Pablo se salió de la fila de los jugadores del Estudiantes para darle
un monumental abrazo delante de todo el mundo. Está claro que eso Vicente no lo
olvida y siempre nos lo cuenta…
Pablo comenzó
contándonos sus primeras experiencias en el Ramiro, cuando se empeñó como en
otras muchas ocasiones de su vida en conseguir algo y no parar hasta lograrlo.
En ingreso quiso sacar una matrícula reservada por D. Luis Muñozcobos a los
diez primeros, pero tras protestar a D. Mendo, pudo hacerlo y la sacó, pasando
así al A. Por culpa del idioma (inglés), pasó en el bachiller a 4ºF. Conoció al
padre Cuéllar, quien le introdujo en el Opus Dei, algo que no ha dejado en toda
su vida. En cuanto al baloncesto, se aficionó muy pronto; su primer maestro fue
José Frade. Tras mucho tiempo chupando banquillo, por fin le llamó Paco
Hernández, coincidiendo con su estirón físico y permitiendo que jugara de pivot
en el Estudiantes. Pepe Laso le fichó para el Canoe, lo que le hizo mucha
ilusión, pero le costó tener que abandonar el Ramiro y no pudo hacer el Preu
con nosotros. Tras estar un año sin jugar en la época del 1964/65 y tener que
recuperarse además de una anemia, le llamó Jesús Codina para volver al
Estudiantes.
En esa misma época
empezó su carrera como ingeniero aeronáutico, suspendiendo el primer curso.
Aquello le enrabietó y tras repetir ya sacó todas las asignaturas. Desde luego
no era un vocacional, pues iba a matricularse de ingenieros navales y por
confundirse de edificio, se matriculó sin darse cuenta en aeronáuticos, que
está al lado (¡!). Terminó la carrera en 1971, simultaneando con el baloncesto,
cosa nada fácil, pues lo habitual en aeronáuticos era repetir uno o varios
cursos; doy fe de ello…
Se marcó como objetivo formar parte de la selección
nacional, pero se llevó un buen disgusto cuando no le seleccionaron. Finalmente
entró en CASA de la mano de Enrique de Guzmán y Ozámiz, presidente por entonces.
Aquella época fue la de las fusiones de compañías y mirar a colaboraciones
internacionales. (Añado a Pablo que en diciembre de 1971, CASA entró a formar
parte como miembro de pleno derecho del consorcio Airbus Industrie G.I.E.). A
Pablo le “tiraba” Estados Unidos; gracias a compensaciones de colaboración CASA
con Boeing, fue enviado por dos años y medio a Seattle a “formarse” y aprender
el negocio aeroespacial. Como anécdota curiosa, como el lugar más cercano en el
que había una delegación del Opus Dei era en S. Francisco, los fines de semana
se desplazaba allí en coche desde Seattle (¡1200 km!), maldurmiendo por el
camino. Todo un mérito espiritual.
Aquello fue
también providencial para su futuro profesional, pues a su vuelta se había
decidido cambiar la estructura de la empresa, precisándose desarrollar una
dirección Comercial y así un jovencísimo Pablo fue nombrado director Comercial.
También tuvo que ver la aparición de dos programas, el C-212 y el C-101, que
podrían ser los primeros “cobayas”; de hecho, el primero, pese a ser un avión
de transporte militar bien concebido por su sencillez, aterrizajes muy cortos
(STOL) en pistas no preparadas, etc., logró ser un éxito de ventas incluso como
avión civil. Se vendieron del orden de 600 aviones nada menos. A ello
contribuyó mucho la formación de una compañía subsidiaria en USA, la American CASA, en gran parte gracias a
los esfuerzos de Pablo. En cuanto al segundo, el C-101, fue muy bienvenido por
el Ministerio del Aire como avión entrenador de pilotos, siendo hoy todavía muy
conocido por ser el avión de la patrulla Águila.
Pablo pasó por
muchas otras vicisitudes profesionales, entre las que cabe destacar los cuatro
años que pasó como director del programa Eurofighter, lo que le obligó a
frecuentes vuelos a Alemania, a Munich, ocasiones en las que coincidimos alguna
vez cuando yo retornaba de Hamburgo. Después estuvo también una larga temporada
en USA y finalmente se jubiló en 2010, por cierto, el mismo año que yo. Decidió
dedicarse a disfrutar de la jubilación, aparte de ser delegado de la
Universidad de Navarra.
Tras disfrutar de su
exposición, nos fuimos todos al lugar habitual de la residencia de Estudiantes
y deleitarnos con la cena y la compañía mutua.
KS, 26 de marzo de 2019.
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