domingo, 26 de enero de 2014

CONVIVENCIA Y TOLERANCIA

  Convivencia y tolerancia, una lección de historia……… por Kurt Schleicher
  Una de las ventajas de cuando se va uno haciendo mayor es que las cosas se ven con más perspectiva; quizás no con mayor claridad, pues la vista cansada no ayuda... Los estereotipos que aprendimos de jóvenes no siempre son lo que parecen, pero la globalización de la información al menos permite contrastarla.
  Uno de los temas que siempre me llamó la atención ha sido la Reconquista, así, con mayúscula. Tal como nos lo vendieron de pequeños, debía ser algo muy parecido a la Guerra de la Independencia contra Napoleón, en la que los españoles se juntaron todos a una contra el agresor e invasor hasta conseguir echarle, pero hay un pequeño detalle que lo diferencia: ésta duró 6 años (del 1808 al 1814) y la Reconquista nada menos que 780 años, así como 130 veces más, es decir, más de 7 siglos (del 711 al 1492).
   Si nos retrotraemos desde hoy hacia atrás en un periodo de tiempo equivalente, llegaríamos al año 1233 nada menos, es decir, año en el que faltaban aún dos siglos y medio para que terminase la Reconquista de verdad. Dicho de otra forma, desde los visigodos hasta hoy no llega ni a dos Reconquistas. Y anda que no han pasado cosas en los últimos 7 siglos… ¿Es que el tiempo se nos ha espaciado? ¿Es que los minutos tienen ahora más contenido que antes?
  Siguiendo con esta comparativa de tiempos, los musulmanes invirtieron bastante poco tiempo en hacerse con la península Ibérica completa, pues lo lograron en 9 años (del 711 al 720). Si contamos con las incursiones al sur de Francia, el momento de mayor expansión fue en el 726. Sin embargo, para la Reconquista completa, se invirtieron más de 7 siglos.

   Algo no cuadra. ¿Es que los musulmanes eran excelentes guerreros y los cristianos unos mantas? No, desde luego; algo tiene que haber pasado en tantos años, pues la vida continuó. Y mantener la “tensión liberadora” durante más de 7 siglos tampoco parece muy creíble.
  Es curioso constatar que los musulmanes no entraron “porque sí”, sino que lo hicieron para responder a una demanda de ayuda proveniente de Agila, nombrado heredero por su padre Witiza,  pero no  apoyado por los nobles visigodos que nombraron a Rodrigo, gobernador de la Bética y último “rey godo”. No imaginaba el tal Agila la que había liado, pues los musulmanes se dieron cuenta de la magnífica oportunidad que se les ofrecía; cuando Rodrigo quiso reaccionar, sus colegas visigodos agilenses le dejaron en la estacada, claro, y los musulmanes empezaron su paseo triunfal por la entonces Hispania.
   Profundizando un poco más, me doy cuenta que habría que dividir estos 7 siglos y medio de Reconquista en dos mitades; una, desde el comienzo (o con más precisión, desde el primer emirato en 756) hasta la conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085, o sea, unos tres siglos y medio, y una segunda parte desde esa fecha hasta su terminación en 1492, o sea, otros 4 siglos. ¿Por qué 1085? Pues porque los musulmanes le vieron entonces por primera vez las orejas al lobo cristiano y pidieron ayuda a sus hermanos al otro lado del estrecho de Gibraltar. La historia se repetía, entrando los almorávides, más brutos y menos tolerantes que sus paisanos anteriores, y que entraron “a saco” contra todos. Esto también motivó a los cristianos, que decidieron que era el momento de unirse contra los que estaban rompiendo “el status quo” imperante hasta esa fecha y se movilizaron, eso sí, con calma. Todo esto también se propició por la aparición de los reinos de Taifas, y no hay que ser muy almorávide para darse cuenta de eso de “divide y vencerás”.
  Parece mucho tiempo estos 4 siglos de la segunda parte como para no dividirlos a su vez, cosa que habría que hacer en 3 partes: 60 años de dominio almorávide que terminaron amoldándose, otros 127 años de dominio almohade, más puristas islámicos todavía que los anteriores, hasta la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 cuando ya se estaban deshaciendo los terceros Reinos de Taifas. Y la tercera: ya solamente quedaba el Reino nazarí de Granada, que increíblemente sobrevivió otros 2 siglos, probablemente porque ya no constituía una amenaza y se convivía bien con ellos.
   Una vez adquirida esta perspectiva histórica, volvamos atrás a los 3 siglos y medio que van desde 756 hasta 1085; mucho tiempo es. ¿Por qué se caracterizaba esta época? Pues porque entonces la gran parte del pastel Hispania se llamaba Al-Andalus, o http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/5/59/Al-%C3%81ndalus_caligraf%C3%ADa_%C3%A1rabe.png/220px-Al-%C3%81ndalus_caligraf%C3%ADa_%C3%A1rabe.png en árabe, al menos en su periodo de esplendor coincidente con el Emirato y el Califato de Córdoba, pues a partir de ahí, Al-Andalus empezó a decaer.


Tres siglos y medio es mucho tiempo; no lo olvidemos. Sería como unir un periodo tirando hacia atrás desde hoy hasta la época de Felipe IV y Velázquez; mismo comentario: ¡cuántas cosas han pasado en todo este tiempo!
 También hay que decir que en aquella época no se daban las batallas con mucha asiduidad; eran mucho más abundantes los periodos de paz que los de guerra, que salvo las excepciones bien conocidas, se reducían a aceifas y razias que unos y otros, cristianos y árabes (y sus mezclas), organizaban de vez en cuando para no aburrirse. Incluso se daban incursiones de unos contra otros del mismo bando, tras las consabidas alianzas; el mismo Cid Campeador es un ejemplo de ello durante una parte de su vida.
   ¿A dónde quiero ir a parar con todas estas disquisiciones históricas?
 Pues que hubo en la historia un momento de esplendor, coincidente por cierto con la época de la que estamos hablando, en la que florecieron las ciencias, la medicina, la filosofía y el arte haciendo de puente con las antiguas culturas  a modo de una especie de Renacimiento a la vez que en Europa se daba la “época oscura” medieval.  ¡Y encima por casi 4 siglos! Y no solamente en el ámbito científico y artístico, sino hasta en el religioso: allí convivían árabes con judíos y cristianos, formando incluso curiosas mezclas: mozárabes, moriscos, muladíes, mudéjares… todos juntos y se podría decir que revueltos. Hombre, los árabes musulmanes tenían algunos privilegios, sobre todo fiscales, que causaron alguna que otra revuelta, pero al fin y a la postre uno se podía encontrar en una misma calle con toda clase de negocios auspiciados por unos y por otros y nadie se rasgaba las vestiduras
   Es evidente que la evolución posterior muestra un progreso de la cultura llamémosla cristiana – occidental en sentido de avance (el bien conocido Renacimiento y de ahí para arriba) y un claro retroceso de la cultura islámica, impulsada por el extremismo religioso. Así les va y así nos va…
   Volviendo a la época de esplendor de Al-Andalus, floreció ya entre el 822 y el 852 con Abderramán II, que se entregó a la tarea de reorganizar administrativamente al “país”; no olvidemos que ya era gran parte de Hispania. Asimismo, contribuyó de forma relevante a dar imagen de moderación y tolerancia entre mozárabes, musulmanes y judíos. Fomentó las ciencias, las artes, la agricultura y la industria. La economía pasó de rural a urbana. Durante su reinado se introdujo en Al Ándalus el sistema de numeración indo-árabe, llamada de posición con base decimal. Inició, desde antes de ser proclamado emir, una biblioteca que llegó a ser numerosísima, para lo cual encargó a personas de alta cualificación que le trajeran de Oriente los ejemplares más interesantes y de mayor aportación al saber. Atrajo a Córdoba a los más ilustres sabios de su época y cultivó personalmente la poesía.
   Se fomentó igualmente la ganadería y la minería. En resumen: progreso.

 Un ejemplo curioso: el primer “ingeniero aeronáutico y aviador” de la historia mundial surgió en Córdoba en aquella lejana época de mediados del siglo IX nada menos y era por tanto español: se llamaba Abbás Ibn Firnás. Ni Leonardo Da Vinci ni nada: el amigo Abbás investigó el arte de volar y construyó un armatoste similar a un ala en delta, tirándose desde algún punto alto (algún minarete quizás) y voló durante algún tiempo, aterrizando más o menos suavemente a bastante distancia tras sufrir magulladuras y algún hueso roto. Descubrió (en sus carnes, pues) que los aviones debían llevar cola compensadora… No quedó ahí la cosa, pues hizo de su casa un planetario, en el que reproducía el movimiento de los planetas  y hasta lluvia y granizo, para entender estos fenómenos y proteger la agricultura.



    Ya que estamos con los planetas, en el campo de la astronomía hubo también avances, como los debidos a Azarquiel, inventor del astrolabio y de las órbitas elípticas de los planetas, anticipándose a Kepler.
    En medicina, Albucasis, precursor de los procedimientos quirúrgicos y autor de numerosas obras de medicina y cirugía que mucho más tarde fueron difundidas por Europa…
    No hay que olvidar de aquella época y lugar los avances en geografía, en farmacia, en filosofía, etc. que sería demasiado extenso para tratarlo aquí, y solamente quería sacar a unos cuantos “desconocidos” curiosos.

   ¿A dónde quiero ir a parar con estas reflexiones y disquisiciones?

    Pues que parece ser que una época de esplendor suele coincidir con una época de convivencia y  tolerancia, que permite avances de todos los tipos, científicos y sociales, trayendo progreso; también es cierto que esto suele darse tras periodos de guerra, cuando las gentes tienden más a la unión que a la separación. La historia también nos muestra que esas épocas siempre terminan con un final, normalmente de retroceso, como le ha pasado a la cultura hispano-árabe, que desapareció y es incluso hoy en día una gran olvidada. El extremismo religioso siempre es malo y más cuando es coercitivo, como el islámico, que ha ido a más en periodo muy reciente. ¿Dónde ha quedado esa tolerancia y esa convivencia? Que se lo pregunten a los egipcios  hoy en día, por poner un ejemplo cercano. La curiosa y gran contradicción es que muchos musulmanes de hoy dicen que añoran la época de Al-Andalus y que uno de sus objetivos – o sueños- es una vuelta a aquellos tiempos; para eso, son precisamente ellos los que debieran cambiarse a sí mismos y aprender cómo eran entonces y darse cuenta “por qué” fue posible esa época tan glorificada por ellos mismos.

  Me pregunto yo: ¿es tan difícil ser tolerante y tener sentido de convivencia?

  Que tampoco se entienda esto como un afán de aperturismo ciego hacia el islamismo, pues no hay que mezclar la tripa con la tropa: los que vienen tienen que poseer tanto o más sentido de convivencia y respeto que los que reciben: son los invitados a unos países con una cultura a la que deben saber amoldarse; haciéndolo así, ellos serán igualmente respetados. Si ha sido posible convivir entre los siglos octavo y undécimo, ¿por qué no hoy?

  Rizando el rizo, los mismos principios de convivencia y tolerancia se podrían aplicar en muchos campos. ¿A qué viene tanto afán separatista y nacionalista? ¿No es mejor unir y convivir que separar? Si es que no aprendemos de la historia…

 Sepamos convivir y seamos tolerantes; parece ser que eso conlleva progreso y lo contrario, retroceso.


 KS, Enero 2014.

lunes, 20 de enero de 2014

EL COSQUILLEO FRANCÉS, por Kurt Schleicher



     Veamos: a mí esa carita me gusta. Sonrisa angelical, cara inocente y pinta de poder volver un poco tarumba a cualquier cincuentón. Hasta ahí, normal. Un affaire con una francesita tan típica como ésta (me recuerda a Ninette y un señor de Murcia, solo que aquí sería Juliet y un señor del Elíseo) tiene ciertas connotaciones picantes, romantiquinas y chispeantes, a lo champagne francaise. Hasta ahí, también normal.
   Pero a partir de aquí ya todo empieza a no ser tan normal; salir del Elíseo todo un presidente vestido de guerra de las galaxias tras pasar de puntillas por delante de su guarnición no me parece tan normal, por mucho que la interfecta estuviese cerca. Sería más cómodo organizar encuentros secretos de tipo diplomático -sin que nadie sospechase- en algún rincón perdido o que ella pasara al Elíseo vestida de lagarterana al estilo becaria clintoniana (he dicho clintoniana, con “n”, cuidado). Hombre, los encuentros ocultos escapando de las miradas indiscretas tiene su puntito de sabor agridulce del encanto de la transgresión y de lo prohibido, pero en este caso tiene más bien sabor al “discreto encanto de la gilipollez”.
   A partir de ahí, ya se pone uno a pensar mal. Clinton no perdió popularidad por el mamoneo en sí, sino porque mintió. A las señoras les gustan están cosas y a los caballeros, pues también. Todo eso de perder popularidad no me lo acabo de creer. Más bien parece una táctica de diversión, en ambos sentidos: en el militar y en el coloquial; si se habla de esto, no se habla de otras cosas. Y para ella, clarísimo: su caché perdido entre muchos ya estará disparado por los siglos de los siglos, pase lo que pase. Hombre, el que anda más por la cuerda floja es el presi, pues estas cosas son muy inestables, pero si además se le alegran a uno los bajos, pues miel sobre hojuelas.
     Dejando Francia a un lado, cierro por un momento los ojos y me traslado mentalmente a este país. La mitad de los telediarios se dedican a corruptelas, chorizadas, guerras judiciales y hechos de esta calaña. No dejan muy buen sabor de boca. Siente uno vergüenza ajena. Si en Francia ahora dedican la mitad de sus telediarios a su affaire presidencial (y con la cara de pan que tiene el hombre), pues mira, qué quieres que te diga, me quedo con el cosquilleo francés.

KS, Enero 2014

sábado, 18 de enero de 2014

Eloy Maestre Nuestros Libros

Nuestro compañero Eloy Maestre ha publicado una nueva reseña en NUESTROS LIBROS, que podeis visitar pinchando en el siguiente enlace http://marluiserigna.blogspot.com.es/2014/01/saga-de-egil-skallagrimsson-de-snorri.html

Muerte de la filosofía

Nuestro compañero José Enrique García-Pascua tiene un artículo publicado en la siguiente dirección, a la cual podeis acceder si estais interesados en su lectura. Su título, LA MUERTE DE LA FILOSOFÍA     http://www.cromacultura.com/la-muerte-de-la-filosofia/