…por Vicente Ramos
El segundo libro de Juan Corbalán acaba de aparecer en librerías y
merece mis comentarios desde estas páginas. Más que por el personaje - Juan es
uno de los mejores deportistas españoles de todos los tiempos - por la calidad
que tienen sus líneas transmitiendo sus vivencias y recuerdos deportivos, así como por los
conceptos de índole moral y espiritual
que vierte en las 400 páginas de que consta el libro.
Junto a la descripción cronológica de su carrera deportiva discurre
en paralelo en el relato la descripción de una realidad sociopolítica de
nuestro país y la evolución acontecida a lo largo de los años. Años
en los que asi mismo evoluciona el autor deportiva y personalmente al ritmo de una
incipiente democracia.
Tomo algunas de sus propias palabras de la introducción para describir
sus intenciones al escribir este libro:
“No quiero que sea un relato exclusivamente descriptivo, sino con
calor emocional, que es el tesoro que esconde el deporte , aunque hayan sido
muchos los años que han pasado desde entonces. Porque sólo en las emociones se
encuentra la explicación de lo que pasa en años tan cruciales, en los que la
razón aún se niega a mirarnos de frente y se va conformando en nosotros.”
Y desde luego que cumple con sus intenciones. Las emociones que
transmiten sus páginas son intensas, mucho más para alguien que, como yo,
compartió muchos años de su vida deportiva y posteriormente sigue compartiendo
con él muchos momentos. Eleva a una forma de amar la amistad unida al respeto y
cariño de sus compañeros y grandes adversarios. Tendríais que ver como es
recibido en Israel “El doctor Corbalán”. Por qué?, me preguntareis. Muy sencillo,
porque sus grandes adversarios, los Brody, Berkowitz, Aroesti, Jamchy, etc, ,le
conceden el grado de doctor no sólo en lo profesional (es doctor en medicina, cardiólogo,
especializado en la fisiología del esfuerzo y el deporte), sino igualmente en
lo personal. Y asi mismo ocurre en todos los países de Europa.
Utilizaré de nuevo sus propias palabras, contenidas en un capítulo
titulado APRENDIMOS A QUERERNOS para expresar lo anterior:
“ Dar y recibir amor, en cualquiera de sus formas, es lo que nos
mueve, lo que nos mantiene vivos. Esos instantes de plenitud hay que
saborearlos. Sin olvidar que nuestros mejores momentos son siempre a costa de
otros, compañeros o adversarios. Quizás esto sea algo difícil de entender en el
deporte, pero saber redistribuir el éxito es un atributo más del gran deportista.”
Y ya lo creo que redistribuye el éxito en el libro. Nos pone por
las nubes a todos sus compañeros. Hasta el punto de casi darme vergüenza
escribir de esto. Podría parecer que quisiera yo mismo darme autobombo. Tales
son los calificativos que nos dedica a todos.
Lo anterior me lleva a comentar con que pericia describe un equipo.
Ni los más grandes gurús del team-work podrían hablar tan bien y con tanto
conocimiento de causa como él lo hace en su capítulo UN EQUIPO, UNA UNIVERSIDAD.
Y finalmente, y en conexión con nuestro orgullo de pertenencia al
Ramiro, la similitud con nosotros al describir con similar orgullo su formación en las aulas y
campos deportivos del Colegio San Viator.
Deportista o no, seguidor del baloncesto o no, a todos os atraerá
hacia sus páginas este modelo de persona que es Juan Corbalán.
Por cierto, el libro está prologado por Manuel Vicent y del epílogo
se encarga David Trueba.
Presentación del libro.
V.Ramos, Cristóbal Rodríguez, Victor de la Serna, Juan Corbalán y Lolo Sáinz
Se me olvidaba comentaros que me lo "merendé" de dos tacadas en sendas noches consecutivas. (Soy lector de cama).
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