…por
FELIPE SAMARÁN (promoción de 1969)
Acabo de leer, el mejor retrato de mi generación, la de los niños que
nacimos después de la guerra civil. La escribe un muy buen articulista, Javier
Domenech y se titula “NIÑOS TARADOS DEL FRANQUISMO”
Intentaré resumirlo en las menos palabras posibles, porque es un artículo
largo y que había que leer mascando cada palabra para comprender parte de lo
que nos está pasando. Estamos descubriendo ahora que los niños del franquismo
éramos unos tarados oprimidos por la disciplina, educados en la ignorancia,
lastrados para el futuro. Nuestra infancia, para algunos, debió ser el
espejismo de un tiempo oscuro.
Pobres tarados que merendábamos pan con fuagrás o con aceite y azúcar y con
terrosas onzas de chocolate Matías López, que escuchábamos en la radio las
aventuras de Diego Valor, piloto del espacio, que leíamos las aventuras del
Guerrero del Antifaz, El Jabato, El Capitán Trueno y el TBO. Que comíamos
pipas, regaliz, palulú, chicle Bazooka y bolitas de anís que nos vendía el
pipero a la puerta del colegio, por cierto, que ninguno fue por esto, ni obeso
ni anoréxico, jugábamos a las canicas, al taco, pídola y con pelotas de trapo
atadas por cuerdas, y las niñas jugaban con muñecas y saltaban a la comba.
Los justos regalos que recibíamos eran excepcionales y por Reyes Magos,
algunos teníamos la suerte de recibir algo que durante todo el año veíamos en
los escaparates de las jugueterías, “Fuimos tan tarados que aguantamos sin
secuelas de por vida los capones y regletazos en el colegio y el dominio de los
mayores. Aprendimos la lista de los reyes godos para ejercitar la memoria, al
igual que los afluentes de ríos por ambas márgenes y los partidos judiciales,
los dictados eran una prueba de ortografía básica, las raíces cuadradas había
que resolverlas sin calculadora y traducíamos del latín La Guerra de las
Galias. Y si suspendías en junio, te perdías las vacaciones. Tras ello, muchos
acabaron en la Universidad, y muchos más aprendieron un oficio, iniciado como
aprendices…”
Así estábamos de tarados que es lo que pretenden hacernos creer algunos
que, criados en una sociedad opulenta, sin más valores que el logro del éxito,
confunden nuestra infancia con la opresión.
Nuestro mayor pecado fue no valorar el enorme esfuerzo de unos padres que
nunca tuvieron vacaciones, y fracasamos al querer proyectar sobre nuestros
hijos una permisividad que a nosotros nunca nos habrían tolerado. Fuimos tan
tarados que ahora nos sorprende ver como esos retoños, criados en un mundo de
solo derechos y ninguna obligación, se alzan contra la sociedad que les ha
permitido disfrutar de lo que jamás tuvimos nosotros.
“Es el triste final de acto en la tragedia cíclica de nuestra Historia
donde los enfrentamientos son más frecuentes que los encuentros, donde la
envidia supera el aprecio, donde personajes de inanes trayectorias personales,
pretenden dirigir las vidas de los demás para imponer su sociedad soñada.”
Tan tarados fuimos. “a pesar de lo cual, ningún trauma nos achica, ningún
complejo nos corroe y, yo al menos, creo que la inmensa mayoría de mis amigos
estamos muy, pero que muy orgullosos de haberlo vivido y haberlo superado.”
¡ Con dos co...razones ¡
¡ Con dos co...razones ¡
No sé si tuviste de profesor al Sr. Viguera de Geografía: él nos ponía mapas mudos de regiones españolas y en ellos teníamos que señalar accidentes geográficos, comarcas o ciudades ¡vaya ejercicio! Suspendí la reválida de 4º y estuve todo el verano en su academia San Lucas Evangelista de la calle Reyes donde acudían chicos mucho mayores que nosotros y allí sí que ponía castigos fuertes. Pero yo siempre he sostenido que en el Ramiro y en aquella academia, sobre todo, nos enseñaron a ser personas de bien. Como tú, yo no he tenido ningún trauma de aquella época que me haya marcado negativamente; así que comparto enteramente tu escrito que es muy auténtico y refleja perfecto aquella realidad.
ResponderEliminarYo soy de la promoción 52-64.