lunes, 20 de enero de 2014

EL COSQUILLEO FRANCÉS, por Kurt Schleicher



     Veamos: a mí esa carita me gusta. Sonrisa angelical, cara inocente y pinta de poder volver un poco tarumba a cualquier cincuentón. Hasta ahí, normal. Un affaire con una francesita tan típica como ésta (me recuerda a Ninette y un señor de Murcia, solo que aquí sería Juliet y un señor del Elíseo) tiene ciertas connotaciones picantes, romantiquinas y chispeantes, a lo champagne francaise. Hasta ahí, también normal.
   Pero a partir de aquí ya todo empieza a no ser tan normal; salir del Elíseo todo un presidente vestido de guerra de las galaxias tras pasar de puntillas por delante de su guarnición no me parece tan normal, por mucho que la interfecta estuviese cerca. Sería más cómodo organizar encuentros secretos de tipo diplomático -sin que nadie sospechase- en algún rincón perdido o que ella pasara al Elíseo vestida de lagarterana al estilo becaria clintoniana (he dicho clintoniana, con “n”, cuidado). Hombre, los encuentros ocultos escapando de las miradas indiscretas tiene su puntito de sabor agridulce del encanto de la transgresión y de lo prohibido, pero en este caso tiene más bien sabor al “discreto encanto de la gilipollez”.
   A partir de ahí, ya se pone uno a pensar mal. Clinton no perdió popularidad por el mamoneo en sí, sino porque mintió. A las señoras les gustan están cosas y a los caballeros, pues también. Todo eso de perder popularidad no me lo acabo de creer. Más bien parece una táctica de diversión, en ambos sentidos: en el militar y en el coloquial; si se habla de esto, no se habla de otras cosas. Y para ella, clarísimo: su caché perdido entre muchos ya estará disparado por los siglos de los siglos, pase lo que pase. Hombre, el que anda más por la cuerda floja es el presi, pues estas cosas son muy inestables, pero si además se le alegran a uno los bajos, pues miel sobre hojuelas.
     Dejando Francia a un lado, cierro por un momento los ojos y me traslado mentalmente a este país. La mitad de los telediarios se dedican a corruptelas, chorizadas, guerras judiciales y hechos de esta calaña. No dejan muy buen sabor de boca. Siente uno vergüenza ajena. Si en Francia ahora dedican la mitad de sus telediarios a su affaire presidencial (y con la cara de pan que tiene el hombre), pues mira, qué quieres que te diga, me quedo con el cosquilleo francés.

KS, Enero 2014

4 comentarios:

  1. A D. Gregorio Marañon (senior) le parecería un dislate tener un Presidente atacado por el síndrome de D. Juan Tenorio. Si se ha enamorado de la actriz, que rompa con la actual y lleva a la nueva al Eliseo y así no tendrá que utilizar el recurso que ya utilizaba nuestra Majestad: calzarse un casco de moto. Si es capaz de engañar a su mujer que no hará con la ciudadanía francesa.

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  2. Efectivamente. El problema no es enamorarse, cosa que viendo a la actriz tiene su "lógica", sino todo lo demás, no muy propio de quien ostenta el cargo. Sobre el engaño, también tendría su lógica, pero es que en este caso más que engaño parece una burla. De todas formas, cuando hay sentimientos de esta clase de por medio, veo posible los ataques de "tontería" y tiendo a disculparlos; no así los engaños con cara de palo y las ruedas de molino con las que nos quieren hacer comulgar por estos andurriales desde hace tiempo otros que tienen menos cara de pan y sí mucha más cara dura.

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  3. El tal "Follande" como se le conoce ahora, tuvo varios hijos con Segolene (sin casarse) y mientras estaba con ella, se lió con la estupenda y supongo que ambiciosa Valerie, que pasó a tercer lugar porque, mientras tanto, estaba liado con Julie...y eso paseando el casco (cuyo modelo se ha agotado), desde las 9 de la noche hasta las 11 de la mañana. Menudo horario laboral el del presidente. Y aquí montamos un pollo al rey por mucho menos...Oh la France!. Y antes, Giscard, Mitterand, Chirac...¿Cosquilleo? más bien una mierda deshonesta.

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  4. Es una cuestión de preferencias y de lo malo y lo menos malo en términos relativos. Los asuntos de faldas siempre he tendido a disculparlos (ya sabes, lo de la primera piedra), pero el choriceo y las tomaduras de pelo carpetovetónicas actuales tengo mucha más dificultad en aceptarlas. Y la corrupción es contagiosa, y si no de qué íbamos a tener un 25% de nuestro PIB en "black", con un incremento reciente de 60 billones que podría resolver muchas cosas. Puestos así, preferiría contagios franceses.

    Por el contrario, reconozco que es innegable que estas francesadas ejecutadas por alguien que se supone debe dar ejemplo no es nada constructivo y da pie a una total falta de confianza; si es capaz de engañar a los que conoce, ¡qué no hará con los que no conoce!

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